Museo encantado

En la calle Cuesta del Marqués, número 4, en las inmediaciones de la plaza de San Jorge, en Cáceres, España se encuentra un viejo caserón de dos plantas que alberga la Casa Museo Árabe Yusuf Al Borch. El inmueble, conocido popularmente como la casa de los muertos, saltó inicialmente a la fama a mediados de los años setenta debido a los extraños sucesos que se desarrollaron en su interior.
Al museo popularmente se le conoce como “La casa de la muerte” este se hizo famoso por los sucesos extraños que se desarrollaron en su interior a principios del año setenta. Una familia se instaló en el museo pero la tranquilidad duro poco ya que se oían golpes extraños, las ventanas se abrían y cerraban solas, los muebles se movían solos de un lado a otro del museo.

Se decía que el museo estaba embrujado y corría de boca en boca de los extremeños, pero la familia De la Torre no tuvo ningún miedo de asentarse en el edificio. Una humilde familia se instalaba en dichas dependencias, pero la armoniosa convivencia que mantenían se vio repentinamente truncada por golpes en tabiques y puertas, ventanas que se abrían solas y mesillas y armarios se trasladaban por las salas del museo.

El embrujamiento de esta construcción corría de boca en boca por la localidad extremeña, pero el rumor no fue un impedimento para que el matrimonio De la Torre, con sus dos hijos, José Luis y Ángel, se asentara en el edificio. Pero la maldición del museo árabe recobró toda su fuerza durante el mes de agosto de 1984, cuando José Luis y Ángel fueron protagonistas de un gran número de sucesos extraños. Los adolescentes pudieron ser testigos de toda una serie de episodios paranormales que siempre, al igual que antaño, comenzaban a la misma hora.

Escuchábamos ruidos de pisada, como si fueran de pies almohadillados. Mas de una vez aquellas pisadas llegaban hasta la habitación donde me encontraba y se acercan a la colchoneta parándose a mi lado. Recuerdo que una noche los sonidos fueron tan intensos que salimos a la calle llenos de temor –recordaban los testigos en sus declaraciones a diversos medios de comunicación en aquellas fechas-. Hay habitaciones en las que las puertas de los armarios se abrían y cerraban solas. Sentíamos escalofríos. Pasábamos muchísimo miedo. Nosotros –declararon los jóvenes- no teníamos ninguna explicación lógica, ni la tenemos ahora.

Los incidentes alarmaron en un principio a los inquilinos del museo. Los prodigiosos lances no ocurrían solo de noche; pues por el día también se desarrollaban. “Hay una maceta en el patio, que rondará los ocho kilos de peso y que me la encontraba en el suelo casi todos lo días”, recordaba José Luis de la Torre.

Todo parece indicar según las leyendas populares, que allí hubo varios asesinatos en épocas pasadas y asocian estos hechos de sangre con todos los sucesos que acontecieron en esa casa.

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